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Janos, la última pradera________________________________________



El pastizal hacía tintinear la panza de acero del pequeño Renault del maestro Ceballos, un roedor metálico que recorría la pradera del noroeste de Chihuahua. Un llano de olas doradas que chocan con la Sierra Madre al oeste y se estiran hacia las Grandes Planicies estadounidenses. Era 1989 y en ese entonces Gerardo Ceballos estudiaba un doctorado en Biología Evolutiva en la Universidad de Tucson, Arizona. Había cambiado su ruta en camino a Ciudad de México para pasar por aquí: Janos. Antigua frontera de la apachería, clavada como espina entre dos jóvenes repúblicas. En 1922 llegaron los menonitas con su rígida fe. A finales de los 90 llegó la electricidad y el agua corriente. Pero antes que todos ellos estaban los perritos de las praderas, los búfalos, las ratas canguro y los berrendos (hoy extintos en la región). Ceballos, al volver al Laboratorio de Ecología en la UNAM, encomendó a su alumno, Jesús Pacheco, la tarea de estudiar el ecosistema de pastizal que había observado.

En abril de 2024, el maestro Pacheco bajaba del cerro de La Cal, en medio del llano que ahora se llama Reserva de la Biosfera de Janos, luego de mirar un desierto de hierbas invasoras, campos de riego y escasos parches de pastizales nativos. El ecosistema que lleva 30 años estudiando y protegiendo, está en riesgo. Ceballos, Pacheco y sus alumnos intentan conservarlo.


Texto y fotografías para América Futura, sección gratuita de EL PAÍS patrocinada por el CAF.

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Iñaki Malvido Prada
2024